jueves, 9 de junio de 2011



Seis pibes de Inferiores volvieron a su primer vestuario, donde hay cuadritos de cada jugador promocionado. 

                           “Vélez significa todo para nosotros”, se emocionaron.

En términos técnicos, los separaba un trayecto de sólo veinte metros. Los dos edificios construidos a escasos metros hospedan jugadores: el sueño de algunos y el empleo de otros. En términos abstractos, la diferencia es sustancial. Caminar esa distancia, escuchar los “clic, clic” del tapón golpeando el cemento, atravesar el portón profesional, armar una pared con la figurita y después regresar al sueño con el botín y la conciencia llena, significó ganarse un pedacito del cielo. Ellos, hablan de “enfrente...”. “El vestuario de enfrente ...”, “cuando estaba enfrente ...”: enfrente de donde están ahora, emancipando sus sueños de profesión. Practicar con la Primera, habitar el complejo profesional, debutar, aparecer en las páginas doradas del fútbol argentino, sucesiones en el proceso formativo que seis jugadores de Vélez han superado con distinciones. La mirada contemplando al porvenir, pero con el retrovisor atendiendo lo que fueron. Lo que fueron Gastón Díaz, Iván Bella, Fernando Tobio, Ricardo Alvarez, Héctor Tito Canteros y Leandro Desábato, antes de enceguecerse con el neón del profesionalismo.
“Vélez significa todo para mí”, agradecen. “Cambió mi vida”, sugieren. “Es mi segunda casa”, agregan. Los seis pibes de Inferiores que hoy alimentan el caudal futbolístico del equipo líder del Clausura creen tener una deuda con el club. “Yo le debo todo, estoy muy contento de tener esta chance. Llegué a los ocho años, imaginate, hace trece que estoy acá. Es mi casa”, sostiene Tobio. “En los momentos más duros de mi vida, Vélez siempre estuvo al lado mío. Jugaba campeonatos en el barrio por plata, estuve mal, sin jugar, hasta que llegué al club”, recuerda Canteros. “Ya desde Infantiles te enseñan todo, a decir “hola” y “chau”, el respeto y la humildad. Desde el entrenador hasta el último siempre están detrás tuyo”, subraya Díaz. “Vélez es todo, gracias a Dios me permitió la oportunidad de tener un lugar en el fútbol y de poder jugar con mis amigos”, destaca Bella.
Hace pocos meses que a los pibes de Inferiores le proporcionan una inyección de ánimo cada vez que entran a cambiarse. Sobre la pared que enfrenta los bancos para sentarse, cuelgan cuadros de cada promesa promocionada, cada semilla germinada, cada espejo a mirarse. Los últimos que ascendieron del vestuarios no caen al verse encuadrados como ejemplos: “Es muy loco estar ahí, pero es muy lindo a la vez. Se nos vienen muchas cosas a la cabeza, muchos compañeros, muchas prácticas, muchos técnicos, mucho apoyo de nuestras familias”, coinciden. Son semillas que germinan de un campo fértil que con espejos así no dejarán de crecer, crecer y ser.

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